Observando los colores del
atardecer, vienen recuerdos a mi mente, sé que son tus favoritos, a parte, me
hace recordar mis viajes camino a verte, por aquella vista que me gusta, sabes
de lo que te hablo ¿no? Ahí donde se ve toda la ciudad y a las siete de la
noche se pueden observar esos tonos que tanto nos cautivan. Yo te pienso en
tiempo completo, porque todo me recuerda a ti. Desde que me despierto, cuando
abro los ojos es como si estuvieras a mi lado, observándome como siempre lo
haces cuando nos dormimos juntos. A la hora de ducharme, estás ahí, porque hay partes
de mí que me recuerdan a ti, lo digo con la mayor inocencia del mundo, porque
adoro la manera en la que acaricias mi cuerpo, sin ninguna perversión cuando se
requiere, como si fuera una obra de arte. Al vestirme, recapitulo como observas
sin pena mi figura; sonríes y sueles decirme que soy hermosa. Cuando me
maquillo, y tengo que delinear mis ojos, evoco aquella vez que me dijiste que
te encantaba como todos los días la línea de mi delineado es diferente, me
sorprende que te des cuenta de un detalle tan simple, me enamoras más. No se
diga a la hora del desayuno, tantas veces que me has preparado de desayunar;
los dos en la cocina, besándonos y jugueteando; no dejas que haga nada, te
fascina cocinarme, aunque muchas veces también lo he hecho yo. Es inevitable pensar
en eso cuando estoy probando bocado. En mi viaje camino al colegio, la música
que escucho es relacionada a ti, a tus labios, a tus ojos, a tus oídos, a tu
alma; un suspiro se escapa, y se siente en el aire la nostalgia, falta tanto
para verte, ¿podría pasar más rápido el tiempo? Lamentablemente no se puede.
Llego al colegio y tú sabes muy bien que ese lugar es el que más recuerdos me
trae, precisamente porque fue ahí donde te conocí, y mi mente siempre se pone a
imaginar en tu mirada buscando la mía, desde aquel asiento de atrás, en
nuestros besos antes de que todos los compañeros entren al aula, en nuestros
abrazos en diferentes pasillos, vaya que te extraño demasiado. Es hora de
salir, y sólo quiero llegar a casa, a leer tus mensajes, tus bellas palabras
que me dan paz, que me hacen sentir más tranquila. Y aunque mi tarde es
ocupada, hago todo un ritual para estar lista e ir a verte, elijo
cuidadosamente mi vestimenta, porque me complace cuando dices: hoy te ves
guapísima; y no dejas de repetirlo, y no dejas de apartar tus ojos en mí. Sólo
puedo besarte, abrazarte, sonreírte, platicarte por media hora, ¿pero sabes?
Vale la pena, no me importa hacer una hora de camino a ti, porque el ver esa
sonrisa a metros de distancia, y sentir ese fuerte abrazo es lo mejor de mi
día. Estas últimas tres semanas han sido maravillosas, pero es hora de volver a
esa rutina, a extrañarte más de lo normal, a sentir que el tiempo que estoy
contigo me es insuficiente, porque yo quisiera estar todo el tiempo a tu lado,
cada quien con su respectivo espacio claro está, pero creo que sabes a lo que
me refiero. No puedo esperar más para vivir juntos, sé que ese plan está muy
vigente, sólo que luce tan lejano, ojalá pudiera adelantar el tiempo, pero nada
es tan fácil, ni siquiera nuestra relación, lo que sí sé es que jamás se me
complica amarte, pero obviamente una pareja no sobrevive sólo por estar
enamorada, se requiere de comunicación, empatía y respeto. Mi amor, sé que
estás leyendo esto, y te prometo que este mes pasará rápido, que nuestros
proyectos irán mejor, y que pronto, estaremos durmiendo juntos todos los días,
y estarás observándome escribir, porque estaré del lado derecho de la cama. Te
amo con toda mi alma, mi querido compañero de aventuras.