domingo, 19 de abril de 2015

Volviendo a la rutina.


Observando los colores del atardecer, vienen recuerdos a mi mente, sé que son tus favoritos, a parte, me hace recordar mis viajes camino a verte, por aquella vista que me gusta, sabes de lo que te hablo ¿no? Ahí donde se ve toda la ciudad y a las siete de la noche se pueden observar esos tonos que tanto nos cautivan. Yo te pienso en tiempo completo, porque todo me recuerda a ti. Desde que me despierto, cuando abro los ojos es como si estuvieras a mi lado, observándome como siempre lo haces cuando nos dormimos juntos. A la hora de ducharme, estás ahí, porque hay partes de mí que me recuerdan a ti, lo digo con la mayor inocencia del mundo, porque adoro la manera en la que acaricias mi cuerpo, sin ninguna perversión cuando se requiere, como si fuera una obra de arte. Al vestirme, recapitulo como observas sin pena mi figura; sonríes y sueles decirme que soy hermosa. Cuando me maquillo, y tengo que delinear mis ojos, evoco aquella vez que me dijiste que te encantaba como todos los días la línea de mi delineado es diferente, me sorprende que te des cuenta de un detalle tan simple, me enamoras más. No se diga a la hora del desayuno, tantas veces que me has preparado de desayunar; los dos en la cocina, besándonos y jugueteando; no dejas que haga nada, te fascina cocinarme, aunque muchas veces también lo he hecho yo. Es inevitable pensar en eso cuando estoy probando bocado. En mi viaje camino al colegio, la música que escucho es relacionada a ti, a tus labios, a tus ojos, a tus oídos, a tu alma; un suspiro se escapa, y se siente en el aire la nostalgia, falta tanto para verte, ¿podría pasar más rápido el tiempo? Lamentablemente no se puede. Llego al colegio y tú sabes muy bien que ese lugar es el que más recuerdos me trae, precisamente porque fue ahí donde te conocí, y mi mente siempre se pone a imaginar en tu mirada buscando la mía, desde aquel asiento de atrás, en nuestros besos antes de que todos los compañeros entren al aula, en nuestros abrazos en diferentes pasillos, vaya que te extraño demasiado. Es hora de salir, y sólo quiero llegar a casa, a leer tus mensajes, tus bellas palabras que me dan paz, que me hacen sentir más tranquila. Y aunque mi tarde es ocupada, hago todo un ritual para estar lista e ir a verte, elijo cuidadosamente mi vestimenta, porque me complace cuando dices: hoy te ves guapísima; y no dejas de repetirlo, y no dejas de apartar tus ojos en mí. Sólo puedo besarte, abrazarte, sonreírte, platicarte por media hora, ¿pero sabes? Vale la pena, no me importa hacer una hora de camino a ti, porque el ver esa sonrisa a metros de distancia, y sentir ese fuerte abrazo es lo mejor de mi día. Estas últimas tres semanas han sido maravillosas, pero es hora de volver a esa rutina, a extrañarte más de lo normal, a sentir que el tiempo que estoy contigo me es insuficiente, porque yo quisiera estar todo el tiempo a tu lado, cada quien con su respectivo espacio claro está, pero creo que sabes a lo que me refiero. No puedo esperar más para vivir juntos, sé que ese plan está muy vigente, sólo que luce tan lejano, ojalá pudiera adelantar el tiempo, pero nada es tan fácil, ni siquiera nuestra relación, lo que sí sé es que jamás se me complica amarte, pero obviamente una pareja no sobrevive sólo por estar enamorada, se requiere de comunicación, empatía y respeto. Mi amor, sé que estás leyendo esto, y te prometo que este mes pasará rápido, que nuestros proyectos irán mejor, y que pronto, estaremos durmiendo juntos todos los días, y estarás observándome escribir, porque estaré del lado derecho de la cama. Te amo con toda mi alma, mi querido compañero de aventuras.

No hay comentarios:

Publicar un comentario