Se encontraban esperando el autobús en la esquina correspondiente, ella lo mira a los ojos y le dice: te amo. Él se queda callado. – ¿Me amas? –Le pregunta ella –El chico niega con la cabeza – ¿es más que eso? –vuelve a negarlo. La chica retrocede desorientada, no es lo que suele responder en ese tipo de casos. Él le pega una mirada profunda, y le responde: no te voy a decir “te amo” a menos que lo demuestre. Ella desesperada le toma de las manos, –entonces ahora dime que me amas –y lo miró como si su mundo se fuera a derrumbar si él no le respondía. –No voy a hacer lo que los demás hacen –Ella entonces tomó su mano derecha y la colocó en su corazón. Ahora dime que me amas –dijo –No voy a hacer lo que los demás hacen. Enseguida, con lágrimas en los ojos, la chica lo abraza, se para de puntas, toca con su nariz el rostro del chico muy tiernamente y le implora: respóndeme “yo también te amo princesa”. Él la abraza suavemente, y también con agua salada corriendo por sus mejillas le responde “yo también te amo princesa.” Tras el gesto desesperante de la chica, él la agarra suavemente de su rostro dulce y fija sus ojos en los de ella –te voy a demostrar como nadie jamás te ha demostrado que te amo, para que estés segura. –Creo en ti, y jamás nadie me ha hecho sentir segura de que me ama, solo tú. Se abrazan, los faros que emiten una luz naranja es lo único que ilumina la escena, unas luces más fuertes impactan en sus cuerpos, es hora de irse, ella no quiere, quisiera quedarse ahí y disfrutar esos detalles eternamente, porque sabe que el momento que está pasando no cualquiera lo ha llegado a sentir, inclusive hay gente que muere sin saberlo. Se siente afortunada, enamorada, y tal como lo describe el libro “Las Ventajas de Ser Invisible” por primera vez se sintió infinita.
No hay comentarios:
Publicar un comentario